La primera Vuelta de la posguerra tuvo un absoluto protagonismo español. La II Guerra Mundial mermó considerablemente la participación extranjera y sólo cuatro corredores foráneos, todos suizos, tomaron la salida. Esta edición pasó a la Historia, además de por el primer triunfo final de un español, por las 12 victorias de etapa que logró Delio Rodríguez, uno de los mejores esprinters que ha tenido nuestro país. No obstante, ese impresionante número de triunfos no fueron suficientes para asegurarle un puesto entre los cinco primeros clasificados de la general.
Berrendero y Fermín Trueba deleitaron a los aficionados con un duelo espectacular, que mantuvo su interés hasta el último día, prácticamente, y que se saldó finalmente con la victoria del primero, quien sentenció la carrera en una contrarreloj de 53 kilometros, celebrada entre Gijón y Oviedo, y en la que aventajó en más de cuatro minutos y medio a Trueba, quien sufrió un pinchazo que le hizo perder todas sus opciones. Hay que tener en cuenta que en aquella época los pinchazos y las averías debían ser reparados por los mismos corredores, quienes afrontaban las etapas provistos de una cámara de recambio, que se veían obligados a emplear en multitud de ocasiones.
La victoria del cántabro Fermín Trueba en la etapa reina de la Vuelta, con final en Santander, no fue suficiente para que se adjudicara el triunfo final, aunque le permitió liderar la clasificación de la montaña con un punto de ventaja sobre Berrendero. Tanto éste como Trueba y Delio Rodríguez, los tres principales protagonistas de la tercera edición, eran unos fieles seguidores del Real Club Deportivo Espanyol, por lo que su exhibición en la carretera sirvió también para martirizar a sus rivales del Barcelona, relegados a meros comparsas en el mundo del ciclismo.